El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

lunes, 3 de diciembre de 2012

Todavía no

Del blog de Denise Levertov... 


TODAVÍA NO

Un sigilo en el aire que quiere decir:

Las golondrinas volaron
hacia el sur mientras yo 
volé hacia el norte otra vez.

Pero en el silencio 
hay pichones
que me hacen sonreír de mala gana
y grillos curiosos de mi ropa 
blanqueándose
sobre el pasto marrón.

Entonces sonrío.
¿Qué más se puede hacer?

La melancolía aburre.

¿Y si el pozo se seca -
y se secó;
y si el número de bajas aumenta-
y lo hace;
y si el verano se agota
antes de que lo haga 
entrar en mi vida--?

No hay nada que hacer más que tomar
las migajas que caen de la mesa de los pichones
-o morirse de hambre.
Pero el momento de morirse de hambre todavía no llegó.

domingo, 25 de noviembre de 2012

La felicidad

De esos fragmentos que te atrapan...

"Mire: no es que yo sea de los más felices; pero se arreglarme con mi desgracia y soy casi dichoso."
Felisberto Hernández



martes, 6 de noviembre de 2012

Noviembre es un mes que amo, aunque estos días la melancolía no me ha dejado...sigo compartiendo sonrisas...

Par de voces


Sonríen, pensamos bien del que entra a la galería

con sus pisos pulidos 
y ese acervo de perfumes finos, caros,
de élite.

Invitamos a ajenos a nuestra propia realidad,

platicamos nuestra alma, fingimos respeto,
gusto
tacto
civilidad.

Somos muertos que caminan por reflejo,

somos personas actuando por rutina,
gente que limita la vida a la existencia
y no al goce hedonista del ser uno mismo.

El mundo está muerto

y con él, su carroña.
Carroña que huele bien, a limpio; 
porque limpio es lo correcto
según la decencia
en turno.

Y de la moral, la corbata que le cuelga

la burocracia, las normas que
rigen conductas, cuerpos
y también ideas.

Hoy en día lo correcto

es ser como todos,
lo normal es venderse a lo monótono,
caminar erguido y fingir cordura.
Saludar, saludar,
saludar al que aborreces,
al que no quieres,
al que te quiere.

La sonrisa es un accesorio,

los hijos la cuenta a dar, la pareja el bien estable.
Comes, bebes, vives para ser normal;
duermes a la hora y no al cansancio,
bebes porque tienes sed y no por saciar
los labios,
brindas sin razones
sólo a la convivencia,
al río de hipócritas.

Del otro lado

viejas caras alargadas, viejos ceños fruncidos
y malhumorados,
olores hediondos y etílicos disfrazados
de esencias.

La mochila a la espalda, colgando del hombro

que nunca se queja
al término de jornadas.

La sonrisa y los billetes con alas que

vuelan a manos que piden 
facturas,
gastos,
comida.

El camión con luces amarillentas

que rechina los metales y las llantas,
los vidrios y el aire que te corta 
cual papel la cara,
los recuerdos. 

Echas una mirada a la ventana, 

mirando el suelo.
Miras la realidad y piensas en martirio, 
la rutina también está en
la necesidad y desvelo.

Te cansas porque es tu destino,

tu pelo desalineado seguirá así, nadie lo peinará,
nadie trabajará por ti,
nadie te invitará a alguna parte; 
qué broma, qué tragedia ser tú.

Al final, se encuentran ambos

y se tienen envidia.


Vioré café arte

martes, 30 de octubre de 2012

Un gato que esta triste y azul…





Y fue mi loco amor inasequible

Roberto Carlos es uno de mis temas favoritos en cuanto a música se refiere. Esto se debe a que es un símbolo de mi verdadera patria, aquella patria de Rilke, un lugar sin geografía fija. Un lugar que se refiere más bien a un tiempo: la infancia. Hablo de viajes en carretera, del aroma a cigarros mentolados, de música.

Roberto Carlos es, además de Santana, quien me recuerda a mi padre. Son sus canciones como aquellos guisos que nos quitan los dolores del alma. De esos aromas de una casa antigua y de los abrazos que nos salvan.

No podría elegir una canción predilecta de él, son muchas. Su voz melancólica es muy afín a mi estado predilecto. De sus letras he aprendido  que el amor nunca pasa de moda. Que el amanecer es el mejor momento para hacer el amor. Y que uno puede hacerlo todo el día.

Yo te recuerdo porque nunca te olvide
Le canta a esas personas que no se olvidaran nunca. Que a pesar de que se quedaron en el pasado, a veces no nos viene mal querer saber sobre ellas. Para todas esas personas siempre existe una canción que nos la recuerda. Esto lo descubrí una tarde mientras hacia las prácticas profesionales y puse un disco suyo.

Por ella me pongo a cantar aunque este sufriendo
No fueron los cuentos de cenicienta, ni de los de la bella durmiente los que me dieron demasiadas expectativas acerca del amor. Fue ese amante a la antigua y todas esas canciones acerca de como un hombre ama a una mujer. Con sus desayunos en la cama. Con sus propuestas que me recordaron en más de una ocasión lo mucho que deseaba un amor así.

Yo quisiera ser civilizado como los animales
No solo he llorado con sus canciones. También he reafirmado mis credos. Como cuando le canta a la vida, de lo que hacemos con ella, con nuestra naturaleza y con nuestra gente. En esos momentos mi corazón se encoge y es como todas las emociones se acumularan de pronto dentro y quisieran salir de golpe. Y es que es como dice Mafalda: “el mundo esta enfermo”, le duele México, le duele África, Asia, América, Europa…el mundo muere y yo extraño como nunca esa patria sin geografía.

Y no vi las luces que eran advertencias…
Prometo Sonreír. Gracias Roberto.

jueves, 25 de octubre de 2012

Las historias en sus ojos

Transcribo un poema que me hizo recordar las miradas tristes y extraviadas de mi abuelo. De la Biblioteca de Marcelo Leites

Caracola

Tenían quietudes azules/sus ojos
cantábrica profundidad/ marítima su alma
inaccesa/ toda alma todo cielo toda vida/
caracola en movimiento.

Tenían la ductibilidad de los vientos/ sus vientos.
Me miraba su historia - abuela - como queriendo
salirse de usted.

De niña entendí/ solo viéndola mirar/ que todo
es un acantilado lejano.

Alejandra Mendez

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Escollo


Hoy fue un día de practicar el estoicismo...lo cual me viene a recordar un poema de Roxana Arrazola -bendita seas por tus versos-:

Escollo

¿Difícil en el Océano fingir la ola?
Estoica precipitarse a la quilla.
Como una esquirla verterse de
Espuma en la popa lustrosa del navío
¿Sortear escamas con halagos?
Agitando entre salmones la conciencia
Y olvidar acaso aquella parte diminuta
De pudor sobre las algas verdiazules
O embeber al mismo tiempo
De esta boca a cuello de botella
[Que ya flota hacia la sed del navegante]
Los labios todos
Entonces ¡ah! entonces…
¿A qué quedarse estática en el muelle?
Puedo fingir la ola; Cariño
Y quebrarme en el mar
Diez mil bateles por segundo:
Estoicamente.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Ese abismo llamado hogar



Cuando lo superficial me cansa, me cansa tanto, que para descansar necesito un abismo. 
Antonio Porcha

Me gusta el olor a miel de los cedros antes de la lluvia, anuncia el verano. Aunque lo veranos me gustan menos que el otoño, esa estación de la cual me resisto a salir y que año con año espero con ansía su llegada. Pronto será otoño.

En el sitio donde vivo, las estaciones están diluidas, pasan casi imperceptibles. Un día amanece y ya es otoño, la luz del sol se vuelve tibia y se siente el aroma de la melancolía impregnando cada calle y cada esquina de esta ciudad. Son los meses en los que me siento más enamorada de mi ciudad. Y me aferro a ellos. Tanto que mi temperamento se acopla a eso días, entonces vuelvo a perder la mirada en el horizonte y a añorar lugares que no he visto, personas que no he amado, olores que no he sentido. Es esa sensación constante de ser extranjera en la tierra de mi nacimiento. Para muchos una pesadilla, para mi cada vez un reconocimiento de lo que soy, de quien soy. Es un defender la melancolía como esa dosis necesaria, para no perderse. Suena paradójico lo sé, porque es como andar entre los límites de locura, un día lloras y al otro estas sonriente, el nombre de moda “bipolaridad”. Pero la bipolaridad es un punto muy aparte.

Lo cierto es que, como todo, la melancolía tiene sus matices. En mi caso, es parte de una personalidad, una manera de ver al mundo y de ser parte de el. Recuerdo que mi madre solía cantarme  un cover en español de la versión en ingles de Neil Sedaka "Oh Carol", la cual es completamente diferente. Años después la recordábamos juntas y pensé ¿desde entonces ya sabía que esta chica sería melancólica hasta los huesos?. Busque la letra, la del cover en español. Sonrío, oh si, debo dejar de llorar. 

Soy melancólica y, a pesar de ello, suelo ser feliz.


domingo, 26 de agosto de 2012

La mañana debe seguir gris

Había decidido cerrar por un tiempo este sitio...sin embargo, el viernes llegó a mi este libro. Los libros siempre llegan cuando más los necesitas...

-¿Sabes qué me hubiera gustado que fueras tú? 
Lo miro fijamente, me da miedo su respuesta mientras digo que no con la cabeza. 
- Todas las mujeres en las que me he ido quedando. 

(Ya no sueño un deseo, soy una posibilidad, lo percibo, lo encarno, lo siento)

Silvia Molina

Gracias.


miércoles, 13 de junio de 2012

La edad del cielo.

Deja que el beso dure...
Jorge Drexler

Y llega un día en que te haces esta pregunta: ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que realmente quiero? Me gustaría tener la brujula del capitan Jack Sparrow. La pregunta se repite en mi mente. Silencio. Me sumerjo en el bullicio de los autos que pasan, mientras miro por la ventana del asiento del copiloto.


Después de una serie de suspiros y forzosos intentos de no echarme a chillar como aquella niña a la que no le compraron un juguete, inicio una breve lista de mental de lo que quiero.


Quiero ver un atardecer en las montañas
quiero nadar desnuda en el mar

quiero correr hasta perder el aliento

quiero sembrar margaritas
quiero aprender hacer brownies
quiero aprender a manejar bicicleta
quiero dormir sobre el cesped de algún jardín
o debajo de algún maculí
quiero caminar en una playa con arena y disfrutar del viento
quiero comer aquellos huevos estrellados
que solo mi abuela sabía prepararme
quiero hacer tablillas de chocolate...

Y la lista podría continuar, pasar de lo necesario a lo posible y terminar con lo imposible. Se lo que quiero. Se donde quiero llegar.

martes, 5 de junio de 2012

Inspiraciones





No todos los días se conocen hombres sabios, de piel curtida por el sol con mirada de niño. Cuando sucede, confirmamos lo poco que sabemos de la vida y apenas hemos iniciado el camino. Así me sucedió el sábado pasado. Realizamos una visita a Becal, para conocer el proyecto de Cesia.  Al llegar a Becal, ella, su esposo y su suegro nos estaban esperando para realizar una caminata en el Chan campito, entre la vegetación que va recuperando su espacio y vestigios de una historia que sobrevive a través del tiempo.

De regreso Don Gonzalo nos tenía preparado un delicioso almuerzo: cochinita pibil, en seguida nos acomodamos en la mesa y cogimos las tortillas para preparamos unos tacos, rato después mientras reposábamos la comida, Don Gonzalo nos recitó uno de sus poemas. Me enamoré de su entusiasmo, de su sed genuina de conocimiento. El, hombre de campo, cocinero, poeta, lector ávido; tiene esa mirada efusiva cuando habla de las cosas que le gustan, como si estuviese observando todo por primera vez. También sentí vergüenza de tener flojera al levantarme hoy a las 5:30 am, cuando él se levantó desde mucho antes de las 4:00 am para enterrar la cochinita.

Ese sábado fue un encuentro inspirador, el proyecto de nuestra anfitriona, su labor en pro de la conservación de las tierras de su ejido, de sus tradiciones y de sus creencias. Ese día me encontré con el rostro de la pasión, de las ganas de aportar algo a la vida sin más interés que el del deleite de haberlo logrado. Vi esa chispa  peligrosamente contagiosa.


No vi la lucha diaria que tal vez Don Gonzalo lleva con sus propios demonios y que insinúa en algunas de sus poesías. Ni los momentos de desánimo de Cesia cuando algo sale mal durante su labor altruista. Vi la mañana en el rostro de aquellas personas, en los senderos de una selva que quiere sobrevivir, arboles con sus nombres en maya y letreros de reserva ecología, planos de lo que falta por lograr en esas tierras ejidales, sueños por cumplir. Eso me inspira ahora, al final de este día que ha sido difícil. Un día que, cual olla de presión, deje que salga todo de golpe y me sentí desanimada. Un día de esos en los uno se suele preguntar ¿qué es lo que estoy haciendo mal? Entonces recuerdo a Don Gonzalo, llegar a 80 años y tener esa energía no significa que no tuvo días como el de hoy.   

jueves, 31 de mayo de 2012

Un sofá rojo...



Recién terminé de leer una de esas novelas que suelen hablar del amor imposible en un mundo custodiado por las reglas de una sociedad de doble moral. Esas historias siempre tienen un hechizo en mí. Soy irremediablemente romántica. Pero no es del libro del que quiero hablar, ni del amor. Si no de mi sitio favorito en casa, donde leo, duermo, pienso, lloro, tiemblo, sueño y hago el amor. Ese lugar para descansar. Lugar de tránsitos. Íntimo y público a la vez. El sofá.

El sofá en mi infancia, rojo como el de los Simpson, nunca fue el punto de encuentro de una familia común y corriente. Era más bien un sitio de soledades, de sueños o de encuentros amorosos. Solía pasar las tardes durmiendo la siesta en él, después de llegar de la escuela y haber comido lo que encontrara en la cocina. En ocasiones cuando mamá estaba en casa, generalmente los fines de semana,  me recostaba en él y le pedía a ella que me acariciara el cabello mientras charlábamos de algún chisme familiar o de esos amores insufribles que acompañaban mis desvelos. Ahí leí mis primeros libros. Y aprendí que los besos con clorets saben deliciosos. Ese sofá acogió nuestra infancia y la vejez de mi abuelo. 

Han pasado muchos años desde entonces, aun sobrevive en casa de mis padres, igual de rojo que la última vez, pero con nuevas vestiduras. En mi nueva casa, es otro sofá el que acompaña mis lecturas ahora. Las noches de duermevela, una copa de vino tinto y las escrituras esporádicas suceden ahora ahí. Lugar de mas de una tarde dormilona tirada a pierna suelta con los ojos cerrados y escuchando un buen blues.  

No guarda los aromas de mi infancia, pero tiene la intimidad de mi vida adulta. Es parecido al otro sofá. De estructura de madera y cojines, pronto le cambiaré la vestidura, supongo que esta demás decir que color elegiré.

sábado, 21 de abril de 2012

Duermevela

Noche larga, de afirmaciones más que de certezas. De la osadía de dar rienda suelta al placer de estar por estar. Como aquella tarde en que mientras conducías el auto, mirabas el mar, embravecido e impetuoso. Y el viento jugaba con las ideas que rondaban por tu cabeza. Algo acomodo entonces. O desacomodo. Aunque esta noche solo lo intuyes, lo saboreas y jugueteas con él.

Sí, la copa ya esta semivacia. Sabes que cuando cierres los ojos caerás en el sueño profundo, entonces podrás dibujar el deseo, el miedo o la esperanza, según corresponda. Ahora, en estos últimos segundos antes de cerrar el capitulo, te desvistes una vez más y subrayas ese verbo del que tanto te empeñas en hablar a murmullos o a gritos desahuciados. 

Solo así expresas la voluntad de estar y de sonreír a manera de protesta, cuando todos esperan apenas una mueca y miles de lagrimas. 

jueves, 29 de marzo de 2012

Tiempo de escrituras

He regresado a casa.

Furtivo, tal vez. Furtivo lo que la nota deja en la piel y en los ojos gastados. Pero no lo suficiente para permitir que el pulso fluya libremente en la sangre. Hipnótico, mejor, como aquella profundidad que nos invita a sumergirnos una vez más. Entonces te dejarías moldear de nuevo bajo la intensidad del sonido que desviste tus razones y destruye tus temores. Entonces te dejarías ahogar en ese final abrupto, donde la piel y el aliento se disuelven en una mirada.

Hay noches en que el placer suele traducirse en una melodía.