Recién terminé de leer una de esas novelas que suelen hablar
del amor imposible en un mundo custodiado por las reglas de una sociedad de
doble moral. Esas historias siempre tienen un hechizo en mí. Soy
irremediablemente romántica. Pero no es del libro del que quiero hablar, ni del
amor. Si no de mi sitio favorito en casa, donde leo, duermo, pienso, lloro,
tiemblo, sueño y hago el amor. Ese lugar
para descansar. Lugar de tránsitos. Íntimo y público a la vez. El sofá.
El sofá en mi infancia, rojo como el de los Simpson,
nunca fue el punto de encuentro de una familia común y corriente. Era más
bien un sitio de soledades, de sueños o de encuentros amorosos. Solía pasar las
tardes durmiendo la siesta en él, después de llegar de la escuela y haber
comido lo que encontrara en la cocina. En
ocasiones cuando mamá estaba en casa, generalmente los fines de semana, me recostaba en él y le pedía a ella que me
acariciara el cabello mientras charlábamos de algún chisme familiar o de esos
amores insufribles que acompañaban mis desvelos. Ahí leí mis primeros libros. Y aprendí que
los besos con clorets saben
deliciosos. Ese sofá acogió nuestra infancia y la vejez de mi abuelo.
Han pasado muchos años desde entonces, aun sobrevive en casa
de mis padres, igual de rojo que la última vez, pero con nuevas vestiduras. En mi nueva casa, es
otro sofá el que acompaña mis lecturas ahora. Las noches de duermevela, una copa de vino tinto y las escrituras esporádicas suceden ahora ahí. Lugar de mas de una tarde dormilona tirada a pierna suelta con los ojos cerrados y escuchando un buen blues.
No guarda los aromas de mi infancia, pero
tiene la intimidad de mi vida adulta. Es parecido al otro sofá. De estructura de
madera y cojines, pronto le cambiaré la vestidura, supongo que esta demás decir
que color elegiré.
Yo tengo un sofá ancho y muy cómodo... no es nuevo ni sé su edad... me lo regalaron un día que remodelaron una área de la oficina...
ResponderEliminarpero lo amo porque es ahí donde medito... a pesar de mi tamaño (soy alto), quepo perfectamente con mis piernas cruzadas y ahí me pierdo buscando la paz...
lo comparto con mis gatos y alguno de mis perros... pero para mí ese lugar es sagrado... no se utiliza para nada más.
Que gusto saber que sigues por aquí.
Kiss
Creo que después de la cama, es el segundo mueble importante en la vida de una persona, para muchos podría ser el primero...
ResponderEliminarUn placer verte por aquí. Besos.
Me gustó tu descripción de todas las sensanciones, recuerdos, que guarda tu sofá rojo. Un gusto leerte.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Mary, Saludos
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