He subrayado mucho este libro, aunque lo voy leyendo lento, me gusta por sus reflexiones acerca de la vida....
La realidad podría describirse como el eterno equilibrio entre positivo y negativo.
En definitiva: tu casa está allí donde, cuando te toca ir, no tienen más remedio que recibirte.
Y si algo sé es que la escritura nace de la tensión, la tensión entre lo que está adentro y de lo que está afuera.
Me parecía, continué, que muy pocos de nosotros llegamos a saber lo verdaderamente buenos o lo verdaderamente malos que podíamos ser, y que la mayoría nunca íbamos a vernos tan contra las cuerdas como para poder descubrirlo.
No se volvió a mirarme ni una sola vez, pues es al exhibir el propio poder sobre los demás cuando menos pendiente de ellos está uno.
Las personas interesantes eran como las islas, me dijo: no te las encontrabas por la calle o en una fiesta, tenías que saber donde estaban y concertar una cita con ellas.
La capacidad humana de autoengaño es, en apariencia, infinita...
Sigue siendo tu verdad, por muchas cosas que hayan pasado. Que no te dé miedo mirarla.
Lo que no soportaba, continuó, era el fingimiento, de la clase que fuera, sobre todo ese deseo fingido que llevaba a alguien a simular la necesidad de poseerla por completo cuando, en realidad, lo que de verdad quería era utilizarla de forma temporal.
Podrías pasarte la vida entera tratando de localizar el error que lo desencadenó todo.
Solo yendo más allá de las fantasías que los demás construyen sobre sí mismos y sobre el otro, continuó Elena, podemos alcanzar un nivel de realidad en el que las cosas asumen su autentico valor y son lo que parecían.
Había que permanecer cerca del borde de las cosas, cerca pero sin apegarse, cómo una golondrina que desciende en picada sobre los perfiles del paisaje, trazándolos sin posarse jamás.
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