El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

domingo, 11 de diciembre de 2016

Nieve




Me gusta la nieve, la lentitud con la que caen los copos y se depositan en las ramas de los arbustos ya secos, como el piso va cambiando de gris a blanco, como los copos pasan de ser como gotas de agua suspendidas a pequeñas bolitas del tamaño de una lenteja aventadas por el viento en diferentes direcciones. No tenía buenas expectativas respecto a éste clima, sin embargo, me he encontrado algo diferente, una especie de encanto hacia lo blanco, hacia lo mudo, hacia lo que parece morir lentamente, ese letargo de los arboles y ese alboroto de las aves que han sabido resistir a los días extremos. El frío me rompe las manos, así literal, sin tregua. Descubrí mi fragilidad al intentar agarrar el barandal de las escaleras de la entrada, me corté el dedo descubierto. Luego el congelamiento de mis manos, esa sensación de agujas atravesándolas. La nieve es hermosa y peligrosa si no tienes precaución. Hay que ir despacio para conocerla, hay que tomar las cosas con calma para andar en ella y saberla disfrutar porque, pese a todo, es hermosa.

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