"El camino voluntario y soberano hacia la alegría, si la perdemos,
consiste en proceder con alegría, actuar y hablar con alegría, como si esa
alegría estuviera ya con nosotros".
Wiliam James.
Mi abuelo solía tener una respuesta alegre para todo. Cuando andábamos
en la calle y alguien conocido pasaba sin saludarlo, él lo saludaba con una
enorme sonrisa y un fuerte apretón en las manos. Más de una vez pude apreciar
la cara contrariada de las personas a las que saludaba y muchas veces, también otra sonrisa de respuesta. Durante
las visitas a su casa, solía ofrecernos de comer frutas o lo que hubiera en la casa, nunca admitía un no. Toma, un zapote. No abue, no tengo ganas, gracias. ¿Cómo qué no? Toma come, te ves muy pálida, decía sonriendo. Insistía tanto, que terminábamos comiendo lo que nos ofrecía. Su entusiasmo excesivo muchas veces me abochornó.
No recuerdo un regaño suyo. En la iglesia a la que asistía le pedían favor para
todo, a lo que el aceptaba con entusiasmo. Siempre o casi siempre se podía
contar con él.
Mi abuelo se dedicaba a vender tablillas de chocolate en las tiendas del barrio, por las mañanas montaba su bicicleta y se iba a recorrer
tienda por tienda, al medio día llegaba a la casa a refrescarse, de paso, aprovechaba a darnos un dulce y un fuerte abrazo
sudoroso, no me gustaban mucho esos abrazos, lo admito. Hoy no me importaría llenarme
de sudor a cambio de un abrazo suyo.
Lo recuerdo sonriendo, siempre sonriendo, contando chistes, saludando a cualquiera. En sus últimos días fueron más escasas las sonrisas. Una
tristeza atravesó sus ojos y no se fue de ahí. Tal vez ya no tuvo fuerzas para
resistir. Antes de morir vi el dolor en su alma, paso tiempo para que
comprendiera porque. No fue un hombre perfecto, sin embargo lucho por mantenerse en el camino de
la alegría, a pesar de los problemas y del dolor.
Suelo comparar la vida como una montaña rusa, un subir y
bajar entre la felicidad y el sufrimiento; dicen que lo que hace la diferencia es nuestra actitud, que siempre podemos elegir entre afrontar los
cambios con alegría o llenarnos de amargura, tal vez sea cierto y en eso
consista nuestra libertad. Aunque a veces ni siquiera en eso. Mientras tanto, seguire ensayando la alegria.
Hay quienes elegimos la amargura como forma de vida, igual nadie nos recordara.
ResponderEliminarUn abrazo
Créeme que si, de cualquier manera dejamos huella. Abrazo
Eliminar