Hace algunos años fui consciente del aroma del mar, había estado viviendo en otra ciudad, una con un lago que me recordaba mucho al mar de mis días, me ayudo a no extrañarlo demasiado. Sin embargo, al regresar al puerto lo primero que sentí es ese aroma a salitre que impregna toda la ciudad. Lo había extrañado todo ese tiempo.
Un poco después del mes de nacer me llevaron por primera vez a la playa. Guardo en mi memoria una noche de mi infancia con el sonido de las olas arrullándome, fue una de esas tantas veces que acampamos en la playa. Ahora con los años mis visitas son menos frecuentes, sin embargo sigo sintiendo ese deseo del mar, del agua lavándome el cansancio de los días.
Regresé a la playa hace poco, por diversos motivos lo había pospuesto varias veces, entonces surgió la oportunidad de escaparme un rato lejos del bullicio. Y si, tal vez para muchos sea aburrido pero siempre preferiré ir a las primeras horas de la mañana, cuando las aves aun rondan cerca, antes del sol intenso y cuando aun no ha llegado casi nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario