"Gracias a la pelea mi padre me enseñó a no despreciar. Me
preguntó con quién me había enfrentado. Llamé "indio" a Rosales. Mi
padre dijo que en México todos éramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si
los indios no fueran al mismo tiempo los pobres nadie usaría esa palabra a modo
de insulto. Me referí a Rosales como "pelado". Mi padre señaló que
nadie tiene la culpa de estar en la miseria, y antes de juzgar mal a alguien
debía pensar si tuvo las mismas oportunidades que yo."
"Miré la avenida Álvaro Obregón y me dije: Voy a guardar
intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo
nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a
conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana."
"Todos somos hipócritas, no podemos vernos ni juzgarnos como
vemos y juzgamos a los demás. Hasta yo que no me daba cuenta de nada sabía que
mi padre llevaba años manteniendo la casa chica de una señora, su exsecretaria,
con la que tuvo dos niñas. Recordé lo que me pasó una vez en la peluquería
mientras esperaba mi turno. Junto a las revistas políticas estaban Vea y
Vodevil. Aproveché que el peluquero y su cliente, absortos, hablaban mal del
gobierno. Escondí el Vea dentro del Hoy y miré las fotos de Tongolele, Su Muy
Key, Kalantán, casi desnudas. Las piernas, los senos, la boca, la cintura, las
caderas, el misterioso sexo escondido."
"Mi
mayor placer": Subirme a los árboles y escalar las fachadas de las casas
antiguas, la nieve de limón, los días de lluvia, las películas de aventuras,
las novelas de Salgari. O no: más bien quedarme en cama despierto. Pero mi
padre me levanta a las seis y media para que haga ejercicio, inclusive sábados
y domingos. "Lo que más odio": La crueldad con la gente y con los animales,
la violencia, los gritos, la presunción, los abusos de los hermanos mayores, la
aritmética, que haya quienes no tienen para comer mientras otros se quedan con
todo; encontrar dientes de ajo en el arroz o en los guisados; que poden los
árboles o los destruyan; ver que tiren el pan a la basura.
"Sin embargo,
a escondidas y con gran asombro del periodiquero, compraba Vea y Vodevil,
practicaba los malos tactos sin conseguir el derrame. La imagen de Mariana
reaparecía por encima de Tongolele, Kalantán, Su Muy Key. No, no me había
curado: el amor es una enfermedad en un mundo en que lo único natural es el
odio."
Qué maravilla que las historias que necesitas aparezcan en el momento preciso. Y qué maravilla Las Batallas... De José Emilio.
ResponderEliminarUn abrazo
ResponderEliminar'Amor es... un blogger que no se rinde'
Jaja... tanta falta que hace en un mundo lleno de odio.
Leo al señor Pacheco y me doy cuenta que extraño vivir de letras tanto como el que redescubre una droga de la que ha logrado distanciarse. No porque me haya alejado de los libros pero sí del intercambio de palabras y visitas de este ambiente virtual.
Menos mal, en este mundo de odio ahora creo también en el bienestar del etendimiento y la aceptación (aunque me cuesta trabajo como perro necio que soy).
Sigo y seguiré por aquí.
Amo el espíritu de búsqueda y descubrimiento de quienes admiran la palabra y la idea.
Abrazo.
Lo que mas odio es el amor convertido en desprecio.
ResponderEliminarGracias Marichuy, pospuse mucho tiempo ese libro y bueno hace unos días por fin lo tomé...Abrazos
ResponderEliminarGracias Mauricio, decía un amigo: uno siempre regresa, es como con los viejos amantes...la diferencia es que las letras permanecen, Abrazo
ResponderEliminarMalque generelmente viene acompañando al odio, abrazos!
ResponderEliminarAún tengo viva la esperanza de que es el amor quien curará tanto odio que hoy en día vemos...
ResponderEliminarInteresante tu post de hoy!!
Buen fin de semana Karol!!!!