El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

jueves, 21 de marzo de 2013

No podrás morir




Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro.
Octavio Paz 

En la primaria además de aprender a leer, también aprendemos a declamar los versos de poesías que jamás volveremos a recordar; salvo veinte años después, cuando ayudemos a nuestros hijos a memorizar los mismos versos en conmemoración de alguna fecha festiva, un dieciocho de marzo, un diez de mayo, un veinte de noviembre. A pesar de ello, de mis años de primaria suelo recordar dos poesías en especial. La primera “Verdades amargas” del poeta hondureño Ramón Ortega, fue recitada por alumnos de mi madre para el festival de fin de curso. La cual escuché repetir a todas horas, por varios días antes del evento:

Yo no quiero ver lo que he mirado;
a través del cristal de la experiencia.
El mundo es un mercado donde se compran
honores, voluntades y conciencias.

La segunda poesía “Desiderata”de Max Ehrman la recitamos el día de nuestra graduación de la primaria. Sus dos primeros versos se quedaron grabados para siempre en mi memoria.

“Camina plácidamente entre el ruido y las prisas,
y recuerda que la paz puede encontrarse en el silencio.

La poesía llego formalmente a mi vida cuando tenía dieciséis años, con el poemario de Fausta Gantús “Crucifícate amor entre mis sabanas”. Fue uno de los libros que nos dieron como premio, por haber ganado el primer lugar en un concurso de química. En esa época me encontraba probando mi vocación como cantante en la rondalla de la preparatoria. Después de varios ensayos y presentaciones comprendí que el canto no era parte de mi vena artística.

Pero me gustaba mucho la música y siempre tuve una inclinación hacia el rock, afinidad que compartía con mi amiga Ivonne, quien también se inscribió a la rondalla y con quien escuchaba los grupos de moda de la época: Guns and Roses, Nirvana, Metallica, Pantera, Caifanes, Luzbel, entre otros. Tomábamos la clase de literatura y en una ocasión leímos unos versos del poema “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines” de Jaime Sabines que nos inspiró a escribir juntas una canción.

VIII

No podrás morir
Debajo de esa tierra
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.

A partir de entonces, comencé a escribir lo que al principio llame canciones, hasta que un día llegaron los versos de F. Gantús.

VII

Tú no me vas amar

tú no estarás  aquí
para perderme

tu ausencia llegará
antes de tu partida

porque nunca adivinamos quienes fuimos

te quise inventar
capaz de llenar mi espacio

tú sólo querías
ser un puerto más
en el viaje de ida

Más o menos en las mismas fechas, una tarde mientras hacíamos tarea en casa de otra de mis amigas de la prepa: Libia, me encontré un libro del poeta José Landa “Tronco abierto”. Se lo pedí prestado si ánimos de devolverlo, aun lo conservo y lo he leído infinidad de veces.

No sé cuánto te lo permití
Pero esta vez
Te marcharás con tu polen
y tus comunes músicas
Sin llevarte mis manos
y mis labios

(Los pastos húmedos)

Fueron los versos de poetas de mi tierra los que me iniciaron en la poesía. Sin embargo, no la tome en serio hasta muchos años después. Aunque la poesía ya me tomaba en serio y surgiría a pesar de mí.