El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

miércoles, 13 de junio de 2012

La edad del cielo.

Deja que el beso dure...
Jorge Drexler

Y llega un día en que te haces esta pregunta: ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que realmente quiero? Me gustaría tener la brujula del capitan Jack Sparrow. La pregunta se repite en mi mente. Silencio. Me sumerjo en el bullicio de los autos que pasan, mientras miro por la ventana del asiento del copiloto.


Después de una serie de suspiros y forzosos intentos de no echarme a chillar como aquella niña a la que no le compraron un juguete, inicio una breve lista de mental de lo que quiero.


Quiero ver un atardecer en las montañas
quiero nadar desnuda en el mar

quiero correr hasta perder el aliento

quiero sembrar margaritas
quiero aprender hacer brownies
quiero aprender a manejar bicicleta
quiero dormir sobre el cesped de algún jardín
o debajo de algún maculí
quiero caminar en una playa con arena y disfrutar del viento
quiero comer aquellos huevos estrellados
que solo mi abuela sabía prepararme
quiero hacer tablillas de chocolate...

Y la lista podría continuar, pasar de lo necesario a lo posible y terminar con lo imposible. Se lo que quiero. Se donde quiero llegar.

martes, 5 de junio de 2012

Inspiraciones





No todos los días se conocen hombres sabios, de piel curtida por el sol con mirada de niño. Cuando sucede, confirmamos lo poco que sabemos de la vida y apenas hemos iniciado el camino. Así me sucedió el sábado pasado. Realizamos una visita a Becal, para conocer el proyecto de Cesia.  Al llegar a Becal, ella, su esposo y su suegro nos estaban esperando para realizar una caminata en el Chan campito, entre la vegetación que va recuperando su espacio y vestigios de una historia que sobrevive a través del tiempo.

De regreso Don Gonzalo nos tenía preparado un delicioso almuerzo: cochinita pibil, en seguida nos acomodamos en la mesa y cogimos las tortillas para preparamos unos tacos, rato después mientras reposábamos la comida, Don Gonzalo nos recitó uno de sus poemas. Me enamoré de su entusiasmo, de su sed genuina de conocimiento. El, hombre de campo, cocinero, poeta, lector ávido; tiene esa mirada efusiva cuando habla de las cosas que le gustan, como si estuviese observando todo por primera vez. También sentí vergüenza de tener flojera al levantarme hoy a las 5:30 am, cuando él se levantó desde mucho antes de las 4:00 am para enterrar la cochinita.

Ese sábado fue un encuentro inspirador, el proyecto de nuestra anfitriona, su labor en pro de la conservación de las tierras de su ejido, de sus tradiciones y de sus creencias. Ese día me encontré con el rostro de la pasión, de las ganas de aportar algo a la vida sin más interés que el del deleite de haberlo logrado. Vi esa chispa  peligrosamente contagiosa.


No vi la lucha diaria que tal vez Don Gonzalo lleva con sus propios demonios y que insinúa en algunas de sus poesías. Ni los momentos de desánimo de Cesia cuando algo sale mal durante su labor altruista. Vi la mañana en el rostro de aquellas personas, en los senderos de una selva que quiere sobrevivir, arboles con sus nombres en maya y letreros de reserva ecología, planos de lo que falta por lograr en esas tierras ejidales, sueños por cumplir. Eso me inspira ahora, al final de este día que ha sido difícil. Un día que, cual olla de presión, deje que salga todo de golpe y me sentí desanimada. Un día de esos en los uno se suele preguntar ¿qué es lo que estoy haciendo mal? Entonces recuerdo a Don Gonzalo, llegar a 80 años y tener esa energía no significa que no tuvo días como el de hoy.