El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

lunes, 28 de marzo de 2011

Colección de atardeceres


Fin de semana de atardecer en piel. Mañana de lunes entre fotos, poesía, y una taza de café expreso, todo clandestino. Minutos de éxtasis robados al tiempo que no para. Soy melancólica. Por eso rescato este "ensalmo" que hace mucho tiempo subí al otro blog, el de las cenizas. Leído del cuento Ninguna eternidad como la mía de Angeles Mastretta –lo primero que leí de ella- y dice:


“Me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo que de éste me caiga encima, ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contradecida. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme, ni la pena ni el éxtasis, para que cuando sea vieja tenga como deleite la detallada historia de mis días.”

martes, 22 de marzo de 2011

Soy de la tribu de los que mueren cuando aman

Llevo a Sabines en los ojos desde hace una semana. Leer sobre su vida ha sido de muchas maneras catártico. Lo leo despacio, como se saborea una comida predilecta. También leí un libro sobre como amar, "Las matemáticas de Nina Glukstein", ese lo devoré. Hay tantas teorías acerca del amor. Que me aburre ya el tema. Admito que me gustaría poder seguir la de este libro. Sin embargo creo que estoy más cerca de hacer una fusión de todo lo leído y aprendido. Miento, la mayor parte de las veces hago todo menos lo leído y aprendido. 


Pero volviendo a Sabines, me he enamorado del hombre y del poeta. Quiza porque me identifico un poco con él. De alguna manera forma parte de este proceso de reconciliación con este lado mío. Hay un fragmento que me han gustado mucho de este libro sobre Sabines (Jaime Sabines, algo sobre su vida de Carla Zarebska), un fragmento de una carta que le escribió a Juan Bañuelos; otro de mis poetas favoritos, también chiapaneco. Algo tiene ese estado que hasta sus poetas me fascinan.

Sin más divagaciones el fragmento dice así: “Tu puedes aprender mucho de tu situación, de tu fracaso, de tu deseo y esto solo tú lo debes aprender. Yo en cambio estoy aprendiendo el oficio de comerciante y el de poeta lírico. A veces confundo los argumentos. Había una soledad que yo no conocía: la soledad de la mano en un movimiento inútil. Tampoco conocía yo los precios de las telas y de la gente; algo es algo. Por lo tanto vive”.

Vivamos pues.

viernes, 11 de marzo de 2011

Querido viajero


(Así)


Fúgate a mi mirada
y veré tus caderas
huyendo a los callejones
donde se palpa
la oscuridad


Te leo como no te leí antes, cuanta razón has tenido amigo mío. Podemos ser, a veces, tan indiferentes, tan frívolos. Embarrados con la rutina, adormecidos todos por la cotidianidad. Aun en la distancia. Y ahora que estas iniciando este nuevo viaje, confieso que extrañaré nuestras charlas, tu poesía tan lasciva y cruda a mi gusto, hinoptizante a pesar de ello y, desde luego, tu fotografía, esa otra manera de hacer poesía. Es lo irónico de ser poeta, se le extraña (se le lee) en su ausencia, pero tu lo elegiste y admiro ese valor por mantenerte firme a tus ideales ante la implacable demanda de la sociedad. Seguiré algunos consejos tuyos y no se si algún día logre viajar como tú. Pero seguro estarás como ese precursor y maestro en esta parte de mi vida, la escritura.